Oriente · Pensamiento medieval

El lejano otro: el Maravilloso Oriente

     Los recientes acontecimientos históricos nos hacen recelar sobre el desenvolvimiento y desarrollos de los países orientales. Relegados al papel de meros secundarios en el panorama internacional, sobreviven entre el rechazo y la arrogancia de occidente. Este epitome de embate proverbial entre el Oriente y el Occidente que ha sobrevolado la imaginación de numerosos escritores, se encuentra en las antípodas de la concepción existente en el pensamiento medieval. Lejos de observar oriente como una región contraria a los valores progresistas y cuyo índice de bienestar es inferior al nuestro, la sociedad medieval observaba oriente con una mezcla de admiración y respeto.

Sexta hoja del Atlas Catalán (s. XIV) representando las tierras de Catai.

     Oriente cautiva la mente de la sociedad medieval. Deja de poseer ese carácter de territorio hostil y devastado para convertirse en la cuna de las más grandes maravillas naturales y humanas. ¿Acaso no estaba en oriente el país del que manaba miel y leche? ¿No tenían las islas de la India ríos maravillosos repletos esmeraldas y demás gemas refulgentes? Desde oriente venían los reyes magos trayendo la mirra, el oro y el incienso y, de igual manera, allí había sido establecido el legendario Reino del Preste Juan. Del cual, según relataban las misivas que llegaron a Europa hacia el s. XIII, se trataba de un reino repleto de maravillas: palacios cuyas cúpulas reproducían fielmente el cielo estrellado; aposentarse en algunas estancias bastaba para saciar el hambre sin probar alimento alguno. Construido con toda clase de lujos y magia. Se creía que sobre un pedestal de piedras se alzaba un espejo que permitía al legendario Preste Juan consultar el avance de sus huestes por territorios remotos.

De manera semejante se pensaba que en Mesopotamia se cobijaba el jardín del Edén, ubicado entre el Tigris y el Éufrates, y, en ocasiones, sobre dicho jardín se alzaba la Montaña de la Luna, fuente recóndita del Nilo. Tales vergeles también servían para proteger la tan ansiada Fuente de la Eterna Juventud, de la cual se decía que con un sorbo podías recuperar la juventud perdida. Más allá de Mesopotamia, hacia la India, se pensaba que existía un obispado legendario fundado por Santo Tomás quien, a semejanza del Preste Juan, enviaba regularmente misivas al Pontífice y a los reyes cristianos solicitando su intervención y ayuda.

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Representación renacentista de un Acéfalo.

     Todo el vasto territorio asiático estaba habitado por criaturas de procedencia mitológica o de constitución fantástica. Se creía que las grandes planicies del sur de la actual Rusia estaba habitado por unas criaturas llamadas grifos las cuáles combatían contra unos gigantes de aspecto fiero que solo tenían un ojo. Un mito que encuentra eco histórico en la figura de los pueblos de las estepas como los escitas. Más al norte, hacia la parte boreal, habitaban los acéfalos o blemmias, separados por un profundo río de la civilización humana. La parte meridional de Asia, más tropical, estaba habitada por diferentes especies y tribus humanas. Concretamente eran las llamadas islas de la India las que más presencia de especies increíbles albergaban. Como la isla de los cinocéfalos, que eran terribles hombres con cabeza de perro que se alimentaban de carne humana; o las islas en las que solo habitaban mujeres o varones y que se juntaban una vez al año para procrear.

     El interés europeo se redirigió hacia esta región tropical por cuestiones económicas: el mcontrol del flujo en las especias provenientes de las Islas de las Especias o Molucas. Entre ellas por su valor y mito destacó la pimienta, la cuál se decía que se crecía en un campo de serpientes venenosas. Para su recolección era necesario asustar las serpientes con fuego y humo.

 

Hermes Trismegisto entregando las leyes de la humanidad (Catedral de Siena, s. XIII).

     No solo en oriente había seres mitológicos y lugares fabulosos, sino que allí se encontraban los pozos de la sabiduría. Un apoyo de esta tesis lo supone el febril empeño de los pensadores cristianos por traducir e incorporar las doctrinas del mundo musulmán a la suyas propias, asimilando en el proceso el viejo relato de la proverbial sabiduría oriental. Quizás el personaje más sintomático de este relato sea el Hermes Trismegisto, elaborador de la famosa Tabula Smaragdina entre cuyas líneas se sospechaba que se encontraba el secreto de la manipulación del mundo sublunar. De ahí la fama de los tratados y escritos de carácter alquímico que, si bien, en el plano teórico no supusieron ningún avance, si en sus prácticas constituyeron el germen de la química moderna.


 

Eco, U., Historia de las tierras y los lugares legendarios, Lumen, 2014.

Kappler, C., Monstruos, demonios y maravillas a fines de la Edad Media, Akal, 2004.

Mode, H., Animales fabulosos y demonios, Fondo de Cultura Mexicana, 2011.

David Pasero Díaz Guerra.

Un comentario sobre “El lejano otro: el Maravilloso Oriente

  1. Bien por el relato de que en el medioevo se admiraba al Oriente por sus misterios, mitos y lejanía….En plano de igualdad….no como sucedió despues, donde Occidente minimizó y discriminó a Oriente…y que en la actualidad..cuesta superar esta anomalía.

    Enhorabuen y ánimo RM.

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