Tal día como hoy, en el año 1152, se produce la nulidad del matrimonio entre Leonor de Aquitania y su esposo, el rey Luis VII de Francia.
El matrimonio entre Leonor y Luis entró en crisis desde muy pronto. Aunque el rey de Francia estaba locamente enamorado de su esposa, ella fue duramente criticada por la curia eclesiástica, especialmente por Bernardo de Claraval y el abad Suger, debido a su comportamiento liberal y emancipado. Sin embargo, sus diferencias no hicieron sino acrecentarse después de que el matrimonio viajase a Tierra Santa para tomar parte en la Segunda Cruzada. Allí, la cercana relación entre Leonor y su tío Raimundo, príncipe cruzado de Antioquía, desató el conflicto en el matrimonio, pues Leonor insitió en ayudar a su tío a capturar el condado de Edessa, a lo que el rey se oponía. La discordia entre ambos supuso que los esposos regresaran a Francia en barcos separados.
Al desembarcar en Italia, ambos se dirigieron a Tusculum, ya que Leonor deseaba que el Papa Eugenio III. El Papa no se lo concedió, y de hecho trató de arreglar las diferencias entre ellos, hasta el punto de preparar una cama para ellos. El Papa convencería a Leonor de alargar su matrimonio, pero tras el nacimiento de su segunda hija, Alix, Luis tuvo que aceptar lo inevitable.
El matrimonio se reunió en el castillo de Beaugency donde cuatro cardenales, los de Sens, Burdeos, Ruán y Reims, con aprobación del Papa, declararon el matrimonio nulo por consanguineidad en cuarto grado.