Mujeres

Algunas pinceladas de la prostitución medieval

La mujer medieval ha sido siempre objeto de estudio desde un punto de vista bastante sesgado. El sexo, y todo lo relacionado con él, todavía más, principalmente por el morbo que aún hoy en día sigue atrayendo. La suma de mujer más sexo da como resultado un interés en la prostitución medieval bastante alto por el público de a pie, pero que sin embargo, no se ve reflejado en los estudios más académicos.
La prostituta medieval aparece en nuestro imaginario colectivo casi de forma instantánea. La taberna con los bardos, los borrachos y las chicas que trabajan ahí sirviendo, y ya de paso realizando otros trabajos, es prototipo de cualquier novela supuestamente ambientada en la Edad Media, por no hablar de mucha literatura fantástica. Por otro lado, también es característico de la pobreza que había en las ciudades, aunque sí que es cierto que en este caso aparece reflejado en todos los períodos históricos.

Cabe entonces preguntarse si la prostitución sería entonces tan común, o si incluso estaría presente como nuestro imaginario colectivo nos indica. Empezaremos por la prostitución callejera. Prácticamente todas las normativas castellanas y aragonesas bajomedievales prohíben este tipo de trabajo, y son varias los casos judiciales que se han encontrado de mujeres culpables de practicarla así. Las prostitutas medievales estaban censadas, y debían trabajar en los lugares con licencia para ello, así que el trabajo de calle estaba totalmente prohibido. Normalmente deberían pagar una multa, y alguna vez recibían castigo si eran reincidentes. Entonces, ¿cuál era su motivación? Principalmente era la falta de dinero, pues muchas veces era un extra para aquellas que trabajaban en prostíbulos.

Pasemos ahora a las prostitutas de taberna. Hemos dicho antes que era necesaria una licencia especial para poder practicar la prostitución en un local, y normalmente era exclusiva. De nuevo aparecen varios casos judiciales a lo largo del periodo de bajomedieval de tabernas denunciadas por tener mujeres que cobraban por sus servicios, o lo que era peor, explotadas para beneficio del dueño. Las multas podían ser altas, aunque a veces a los dueños les merecía la pena arriesgarse.

El último mito que se va a tratar es el de que la mujer prostituta es libre, porque maneja su dinero. Una «ramera» tenía que pagar por el cubículo del prostíbulos donde trabajaba, por las tareas de limpieza, por la ropa de cama, por su comida, por su ropa, sus joyas y especialmente al dueño del local en sí. Las cuentas no salen, de ahí que tuvieran que trabajar muchísimas horas y tuvieran que salir a la calle para conseguir dinero de forma ilegal. Las leyes medievales intentaron regular la prostitución n solamente mediante licencias, sino que también pusieron precio al alquiler de las habitaciones e intentaron controlar los abusos cometidos por los dueños de estos locales de alterne. Sin embargo, jamás se hizo en favor de ellas, y su vida era miserable. Morían jóvenes por enfermedades, no sabían realizar otro oficio y no tenía casi salida excepto convertirse en monja y además se quedaban sin trabajo a corta edad y pasaban a nutrir el grupo marginal de los pobres.

En conclusión, la prostitución no es tan paraíso ni era tan divertida como la quieren pintar, y es un tema a tener en cuenta principalmente por quienes ganaban más dinero: el estado, la Iglesia, los alguaciles y los señores dueños de los locales.

Un comentario sobre “Algunas pinceladas de la prostitución medieval

  1. Gracias por las pinceladas que son suficientes para darse una idea de que como hoy en día es una forma más de explotación de las mujeres de entonces,de discriminación y vejación subsiguientes.De machismo por parte de los hombres,tambien.

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